Desde la noche de los tiempos el ser humano ha utilizado los cuentos y parábolas para transmitir conocimiento y sabiduría.
El lenguaje metafórico facilita la comprensión de conceptos abstractos. Por ello, los cuentos han sido siempre un fantástico instrumento para hablar a nuestros hijos sobre el mundo de las emociones. Por medio de la simbología explican aspectos tan complejos como por qué sentimos miedo, qué sucede en nuestro interior cuando nos enfadamos, cómo afrontar la tristeza por una pérdida y muchos otros.
Seguro que si cierras los ojos por un momento y regresas a tu infancia encontrarás algún cuento o historia que de alguna manera te impactó y permanece todavía en tu recuerdo.
Los cuentos y las metáforas son también un gran recurso terapéutico para los adultos. Existen distintos modos de trabajar con ellos. Hay historias que en algunos momentos de nuestra vida pueden ayudarnos a reflexionar, a tomar más consciencia, a iluminarnos sobre algún tema que nos preocupa. En la hipnosis ericksoniana, por ejemplo, el terapeuta utiliza la metáfora como herramienta para facilitar el acceso del cliente a sus recursos. Cuando la persona se siente identificada con alguna imagen o frase, se abre un canal de expresión que conecta con información más profunda e inconsciente.
Hoy comparto uno de mis cuentos favoritos. Lo utilizo en algunas ocasiones cuando un nuevo cliente me pregunta sobre qué quiere decir Transpersonal. Podría dar muchas explicaciones teóricas y enredarme en lo mental, pero he comprobado que la metáfora de este cuento es más útil y poderosa. Abre la mente hacia una visión que está por encima de las palabras.
“La muñeca de sal”
Anthony de Mello escribió “La muñeca de sal” y Luis Paniagua incluyó este relato en su audiolibro Tapiz Sagrado, una verdadera delicia que os invito a disfrutar.
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